miércoles, 1 de junio de 2016




REFLEXIONES

Desayunaba en mi bar habitual y leía el diario mientras me tomaba un café.
Mis lágrimas hicieron que la tinta de aquellas palabras impresas del periódico, se difuminaran por toda la página. Estaba triste, sola y mi mente colapsada ante tanta desgracia ajena. Soñaba con un mundo mejor, al menos una vida más feliz. Pero es complicado. Trabajamos para vivir, y las vidas que llevamos requieren gastos que nuestros sueldos no pueden cubrir. ¿Cuál es la solución? ¿ trabajar más? ¿ reducir gastos? O quizá, cambiar todas las condiciones y empezar de nuevo. Eso puede parecer imposible, pero, y ¿ si es necesario?. Algo hay que hacer. Quedarnos quietos dejará todo como está o peor.
No entiendo de política, entiendo de humanidad. Y si es necesario, todos deberíamos enfrentarnos al sistema. No podemos seguir así. Un país desarrollado que tiene más pobreza que riqueza, y que ni siquiera puede acoger a aquellos que están peor. Me pregunto que será de las generaciones futuras. ¿ Cómo van a salir del paso?. Si a nosotros nos cuesta sobresfuerzos, ¿ qué será de ellos?.
Crecí en una sociedad de valores, de progreso , determinación y compromiso. Pero en veinte años todo ha cambiado y muy a peor. Ya no se mira por el prójimo . Cada uno mira por sus intereses personales sin importar la consecuencia de sus actos. Tenemos ladrones como gobernantes, economía sumergida y buena gente viviendo en las calles. Hoy por hoy podemos disfrutar aún de una sanidad y educación, ya no de calidad, pero si de esfuerzos personales y gente sobradamente  preparada. El problema es la gestión.
No es que lo vea todo negativo, me atengo a una realidad que todos sabemos que existe, pero que no cambiamos. Nuestros padres, abuelos, lucharon por una democracia que ha funcionado ¿cuánto? ¿ dos décadas a lo sumo?. No sé, creo que hasta la justicia ni es justa ni accesible para todos.
Mis lágrimas cesaron cuando al levantar la vista, vi al camarero mirarme y tenderme un pañuelo. Todo tiene solución, me dijo. Pero a veces esas soluciones tardan o son ambiguas, irreales y parciales. Sonrió al escucharme y no me cobró el café. Tranquila, ni tu ni yo solucionaremos el mundo, pero el mundo nos puede ayudar a ambos, ánimo y a luchar.
Salí mucho más tranquila de su bar. Quizá tuviera razón. Me parece que no me volvería a tomar tan enserio la vida. Mayo acaba y empezaba un mes nuevo.
Este verano no leería mucho el periódico, al menos omitiría aquellas noticias que me entristecen. El mundo es maravilloso, solo tengo que aprender a ver el lado positivo y buscar dichas maravillas. Nunca es tarde.
Lo haré. Lo haremos. Lo harán.
Y si estas palabras sirven tan solo para concienciar a una sola persona de todo esto, me doy por satisfecha.
Porque esa persona también lo hará.
Por un mundo mejor. Abunda más lo bueno que lo malo, así que no perdamos la esperanza. Si no fuera así, el mundo ya se habría extinguido hace mucho. Luchemos por él.

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